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Canarias abandona a sus mayores: la tragedia oculta de la dependencia

Un drama que no llena titulares
La crisis de la dependencia en Canarias es una realidad alarmante que, sin embargo, no ocupa el espacio que merece en los medios de comunicación. Miles de personas en situación de vulnerabilidad extrema se encuentran atrapadas en un sistema burocrático que las condena al olvido y, en muchos casos, a la muerte antes de recibir la ayuda necesaria.
La crisis de la dependencia en Canarias no es solo un problema administrativo, sino un reflejo de un sistema donde la burocracia, la indiferencia y la desigualdad se entrelazan para perpetuar el abandono de los más vulnerables. A través del cine, películas como Network, Dr. Strangelove y El Hoyo nos permiten entender -desde diferentes ángulos- como los fallos estructurales pueden condenar a miles de personas a la invisibilidad, la desesperación y, en muchos casos, la muerte antes de recibir ayuda.
«Network» y la invisibilidad mediática de la dependencia
En Network, se muestra cómo los medios deciden qué es relevante y qué no. La crisis de la dependencia en Canarias sufre este fenómeno: no interesa a las audiencias y, por tanto, no genera presión política real. No hay protestas masivas ni grandes coberturas mediáticas.
Sin embargo, los datos son alarmantes:
Canarias es la segunda comunidad con mayor demora en resolver solicitudes de dependencia, con una espera media de 12,5 meses en 2022, según el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD). Proyecciones para 2025 sugieren que esta espera superará los 14 meses, incumpliendo el plazo legal de 6 meses.
En 2022, más de 6.500 personas murieron en lista de espera en toda España, según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales. Extrapolando, en Canarias habrían fallecido alrededor de 260 personas ese año antes de recibir ayuda.
En 2023, 28.500 personas esperaban una prestación en Canarias, según la Consejería de Derechos Sociales de Canarias. En 2024, la cifra rondó las 30.000, según denuncias de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA).
En Network, el protagonista se convierte en un fenómeno mediático al expresar su desesperación en directo. En la realidad, las personas dependientes en Canarias no tienen ese espacio para expresar su situación. Simplemente, desaparecen sin hacer ruido.
«Dr. Strangelove» y la burocracia que mata
Dr. Strangelove muestra cómo la incompetencia y los errores administrativos pueden llevar a la destrucción. La Ley de Dependencia en Canarias opera bajo una lógica similar. Aunque el sistema está diseñado para ayudar a los más vulnerables, en la práctica se ha convertido en un mecanismo que retrasa y, en muchos casos, niega la asistencia necesaria.
Las razones incluyen:
El 40% de los solicitantes abandonan los trámites por su complejidad, según el Defensor del Pueblo en 2023.
La Auditoría de Canarias en 2022 confirmó que las consejerías de Sanidad y Bienestar Social no comparten datos, lo que retrasa diagnósticos y ayudas.
El Gobierno central asignó 96 millones de euros a Canarias para dependencia en 2024, pero asociaciones como CEOMA exigen 138 millones para cubrir necesidades básicas, lo que indica una brecha financiera superior al 30%.
En Dr. Strangelove, la guerra nuclear se desata por un sistema diseñado para ser «eficiente» pero que resulta inoperante. En Canarias, la dependencia se gestiona con una frialdad burocrática similar: el papeleo importa más que la persona.
«El Hoyo» y la jerarquía de la desesperación
El Hoyo presenta un sistema jerárquico donde los de arriba se benefician mientras los de abajo luchan por sobrevivir. Este paralelismo es evidente en la gestión de la dependencia en Canarias:
Una residencia privada cuesta 1.800 euros al mes, según la Plataforma de Mayores y Pensionistas en 2023, inalcanzable para pensionistas cuya renta media es de 1.100 euros, según el INE.
El 41% de los dependientes canarios viven en hogares con ingresos inferiores a 1.000 euros al mes, según Cáritas en 2023. Para ellos, la ayuda pública no es un derecho, sino una espera contra la muerte.
La pobreza energética afecta al 34% de los hogares con dependientes, según el Informe Foessa en 2024. Muchos deben elegir entre comprar medicinas o pagar la luz.
En El Hoyo, los de arriba se sirven primero y dejan que los de abajo se las arreglen como puedan. En la vida real, no hay un «administrador» que regule el flujo de recursos ni una revolución que cambie la estructura. Solo hay espera, desesperación y abandono.
¿Hasta cuándo soportaremos esta vergüenza?
Las tres películas analizadas no son solo metáforas del problema, sino diagnósticos de una sociedad que funciona sobre bases defectuosas:
Si los medios no le dan importancia, el problema no existe. La crisis de la dependencia en Canarias apenas ocupa titulares en los grandes medios nacionales. Sin presión mediática, no hay presión política.
Si la burocracia lo controla todo, la solución nunca llega. Las personas dependientes y sus familias no solo tienen que lidiar con la enfermedad o la discapacidad, sino con un laberinto administrativo que las agota y las deja sin alternativas.
Si la sociedad está estructurada en niveles de privilegio, los más débiles siempre pierden. Quien puede pagar una residencia privada, sobrevive. Quien depende del sistema público, espera hasta que es demasiado tarde.
Y lo peor de todo: sabemos que es así, pero seguimos tolerándolo.
En Network, Howard Beale se convierte en un fenómeno mediático al gritar su desesperación en televisión: «¡Estoy harto y no voy a soportarlo más!».
Si nada cambia, las proyecciones de CEOMA advierten que 20.000 personas podrían morir en lista de espera en Canarias antes de 2030. La pregunta es clara:
¿Seguiremos esperando, o alguien gritará por los dependientes antes de que sea demasiado tarde?