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Cuando las leyes llegan antes que la justicia

Por Antonio Tejeda Encinas
Abogado. Especialista en tecnopolítica y gobernanza digital

Hay una clase de locura admirable: la de quien se enfrenta a un sistema sabiendo de antemano que no puede vencerlo. No por afán de martirio, sino por una íntima convicción de que rendirse es una forma de complicidad. Estos quijotes del derecho, que eligen la integridad frente al resultado, son los que impiden que la justicia se convierta en un mero trámite administrativo.

Esta figura, a medio camino entre el héroe y el disidente, es la que el profesor Alejandro Nieto rescata en Balada de la justicia y la ley (Alejandro Nieto, Ed. Trotta, 2002), un texto que, en realidad, no es ni una balada ni un tratado: es una meditación amarga sobre cómo la justicia, incluso cuando no llega, debe seguir invocándose. En ella, se centra en quien, cuerdo o loco, se obstina en exigir lo justo aunque sepa que no va a obtenerlo. Y lo considera más respetable —incluso si acaba apaleado— que aquel profesional que cobra su minuta por enlodar el ideal que dice defensor.

No es nuevo. Ya lo había anticipado Kant al advertir que sin justicia, el Derecho no es más que una coartada del poder. Kafka lo ilustró mejor: su Josef K. nunca entendió por qué lo juzgaban, pero sí entendió que no hacer nada era renunciar del todo. Y hasta Michael Kohlhaas, aquel personaje de Kleist citado por el propio Nieto, eligió la revuelta con plena conciencia de que lo perdería todo… excepto su dignidad.

Yo también prefiero a ese tipo de loco. Porque incluso cuando fracasa, nos recuerda que el Derecho que no incomoda es solo protocolo. Y que no hay peor corrupción que la del que se acostumbra.

Lo que ocurre en 2025: cuatro titulares inadvertidos

1. La AEPD podrá sancionar desde el 2 de agosto a los sistemas de IA más invasivos, aunque todavía no ha sido nombrada formalmente autoridad de vigilancia del mercado de IA, tal como exige el Reglamento UE 2024/1689. Es decir, puede actuar pero no desde la posición sólida que la ley fija.

2. Tampoco podrá hacerlo de forma efectiva: su presidente reconoce que la planilla actual de la AEPD (228 personas) es claramente insuficiente para asumir las nuevas funciones de vigilancia en IA. El refuerzo presupuestario es urgente, pero aún no se ha materializado.

3. En paralelo, la CNMC asume el control operativo del DSA y del EMFA en España, con nuevas direcciones dedicadas; sin embargo, ella misma admite que aún no cuenta con los recursos necesarios para ejercer esa función de forma efectiva. La Comisión Europea ya ha enviado requerimientos por retrasos en su implementación.

4. El Reglamento Europeo de Libertad de Medios (EMFA) entra en vigor el 8 de agosto sin que España haya completado la adaptación normativa interna. La ponente del texto, Sabine Verheyen, señaló que España “no está entre los más rápidos” y aún no presenta una implementación efectiva en más de la mitad de sus medidas.

Por tanto: La cuestión no es ya qué dice la ley, sino si el Derecho ahora desplegándose puede ejercer lo que proclama. Al invocar regulaciones antes de reforzar las instituciones que deberán hacerlas efectivas, España corre el riesgo de montar un escenario marmóreo: Perfecta en la forma, inútil en la práctica.

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